Envía obispo mensaje de Navidad: "que nadie se sienta solo, triste o abandonado"
El obispo de la Diócesis de Piedras Negras, monseñor Alfonso Gerardo Miranda Guardiola envió, junto a sus mejores deseos, un mensaje de Navidad para todos los fieles.
A todos los presbíteros, miembros de la vida consagrada, agentes de pastoral, fieles laicos de la Diócesis de Piedras Negras, y a los hombres y mujeres de buena voluntad.
La celebración de la Navidad es una ocasión especial para compartir con ustedes el mensaje de amor y de paz que nos trae nuestro amado Redentor. Siendo ésta en particular una hermosa gracia, por ser la primera que compartimos juntos en esta amada Diócesis de Piedras Negras, una valiente iglesia que peregrina en la esperanza.
La Navidad es la escuela de la sencillez. En Belén reina la humildad: el establo, el pesebre, los pastores, los presentes que estos modestos personajes ofrecen al recién nacido.
La sencillez y la belleza maravillan a quien las contempla con la mirada del corazón. El Hijo de Dios hecho hombre, acurrucado en los brazos de María, quien no despega sus ojos del hermoso cielo que sostiene en su regazo. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt. 5,8).
El corazón abierto a la presencia de Dios es el que puede experimentar el verdadero don que ofrece la celebración del nacimiento de Nuestro Salvador. Los invito a vivir este tiempo con un corazón sencillo, que se alegre por el saludo, por el abrazo, por el encuentro con propios y extraños, por el obsequio dado o recibido.
Y no se olviden de bendecir a Dios por la mesa compartida con los familiares y amigos, y sobre todo de ser solidarios con los más desfavorecidos. Un gran signo de paz es ofrecer la cercanía con el hermano alejado, y el perdón con quien me haya molestado o distanciado.
En las convivencias y encuentros familiares tengan particular atención a los niños para que sientan el cariño y el calor del hogar; y a nuestros hermanos mayores, pilares de sabiduría que merecen nuestro respecto y cuidado.
Que la Navidad sea una oportunidad para que nadie se sienta solo, triste o abandonado, y encuentre su casa en nuestro corazón.
Que los brazos de María, que acogen al niño Dios, sean nuestros brazos que acogen a Cristo en cada hermano.
Feliz Navidad.
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