Kash Patel, elegido por Trump para el FBI, planea reestructurar la agencia
Kash Patel, elegido por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, planea reestructurar la principal agencia federal de seguridad del país.
Estas son algunas de sus propuestas:
Los primeros empleados del FBI se mudaron a la actual sede en la avenida Pensilvania hace 50 años. Desde entonces, el edificio ha albergado a los supervisores y líderes que toman decisiones que afectan a oficinas en todo el país y en el extranjero.
Pero si Patel logra lo que quiere, el edificio J. Edgar Hoover podría cerrar, dispersando a sus empleados.
“Cerraría el edificio Hoover del FBI el primer día y lo reabriría al día siguiente como un museo del ‘estado profundo’”, dijo Patel en una entrevista en septiembre en el “Shawn Kelly Show”, empleando una expresión para una supuesta red secreta de funcionarios públicos que buscan influir en la política. “Luego, enviaría a los 7.000 empleados que trabajan en ese edificio por todo Estados Unidos para perseguir criminales. Son policías, vayan a ser policías”.
Sin duda, ese plan encontraría obstáculos legales, logísticos y burocráticos y podría reflejar más un argumento retórico que una ambición práctica.
En un libro el año pasado titulado “Government Gangsters: The Deep State, the Truth and the Battle for Our Democracy”, propuso una reforma más modesta de trasladar la sede fuera de Washington “para prevenir la captura institucional y limitar la participación de los líderes del FBI en juegos políticos”.
En una entrevista el año pasado con el estratega conservador Steve Bannon, Patel repitió falsedades sobre el presidente Joe Biden y un amaño electoral.
“Vamos a ir tras las personas en los medios que mintieron sobre los ciudadanos estadounidenses, que ayudaron a Joe Biden a manipular elecciones presidenciales”, dijo Patel. Lo mismo aplica para los supuestos “conspiradores” dentro del gobierno federal.
No está del todo claro a qué se refiere, pero en la medida en que Patel quiere facilitar que el gobierno actúe contra los funcionarios que divulgan información sensible y los periodistas que la reciben, parece que respaldaría revocar la política actual del Departamento de Justicia que generalmente prohíbe a los fiscales incautar los registros de los periodistas en investigaciones de filtraciones.
Esa política fue implementada en 2021 por el fiscal general Merrick Garland tras un escándalo sobre la revelación de que el Departamento de Justicia durante el primer gobierno de Trump había obtenido registros telefónicos de reporteros como parte de investigaciones sobre quién había divulgado secretos gubernamentales.
Patel ha dicho que aún está por ver si esa represión se realizaría por vía civil o penal. Su libro incluye varias páginas de exfuncionarios del FBI, el Departamento de Justicia y otras agencias federales a los que que ha identificado como parte del “estado profundo del poder ejecutivo”.
Según las propias normas del FBI, las investigaciones penales no pueden basarse en especulaciones arbitrarias o infundadas, sino que deben tener un propósito autorizado para detectar o interrumpir la actividad criminal.
Y aunque el FBI lleva a cabo investigaciones, la responsabilidad de presentar cargos federales o iniciar una demanda en nombre del gobierno federal recae en el Departamento de Justicia. Trump tiene la intención de nominar a la exfiscal general de Florida, Pam Bondi, como fiscal general.
Quiere una “gran, gran” reforma de la vigilancia
Patel ha sido un crítico feroz de cómo ha utilizado el FBI su capacidad de vigilancia dentro de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA, por sus siglas en inglés), y en su entrevista en el “Shawn Kelly Show” pidió una “gran, gran, reforma. Enorme”.
Esa posición lo alinea tanto con los libertarios de izquierda que desde hace tiempo son escépticos del poder gubernamental como con los seguidores de Trump indignados por los errores de vigilancia bien documentados durante la investigación del FBI sobre posibles vínculos entre Rusia y la campaña de Trump de 2016.
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