Por aumento de redadas de Trump en Texas la población evita salir, incluso por atención médica
Estos días, Juanita reza cada vez que sale de la entrada de su modesta casa rural.
La madre de 41 años, quien cruzó a Estados Unidos desde México hace más de dos décadas y se casó con un carpintero estadounidense, teme que agentes federales estén tras ella.
Cuando estaba por ir a la farmacia a finales del mes pasado, su esposo la llamó con una advertencia desesperada: agentes de inmigración abarrotaban el estacionamiento de la tienda. Juanita, quien es prediabética, no pudo surtir los medicamentos que tratan sus deficiencias nutricionales. Tampoco podía arriesgarse a ser detenida porque tiene que cuidar a su hija de 17 años, quien tiene síndrome de Down.
Si me atrapan, ¿quién va a ayudar a mi hija?, pregunta Juanita en español mediante un intérprete. Algunas personas citadas en este artículo insistieron en que The Associated Press publicara sólo sus nombres de pila debido a la preocupación por su estatus migratorio.
A medida que el gobierno de Trump intensifica la actividad de deportaciones en todo el país, algunos inmigrantes —incluidos muchos que han vivido en el extremo sur de Texas durante décadas— se resisten a salir de sus casas, ni siquiera para recibir la atención médica que necesitan.
Apartadas detrás de las plazas comerciales de un piso de las autopistas, las taquerías de carretera y los vastos huertos de cítricos que se extienden a lo largo de 256 kilómetros (160 millas) de Rio Grande Valley, se encuentran personas como Juanita, quienes necesitan atención médica crítica en una de las regiones más pobres e insalubres del país. Durante generaciones, familias mexicanas se han asentado armoniosamente —algunas de manera legal, otras no— en esta comunidad predominantemente latina, donde el estatus migratorio no solía estar en mente.
Funcionarios de la Casa Blanca han ordenado a los agentes federales que no dejen ningún lugar sin revisar —incluidos hospitales e iglesias— en su esfuerzo por expulsar a 1 millón de inmigrantes para finales de año. Esos agentes también revisan las bases de datos de registros médicos más grandes del gobierno federal para buscar inmigrantes que puedan estar en Estados Unidos sin autorización legal.
Las deportaciones y las restricciones más estrictas tendrán consecuencias, dice Mark Krikorian, director del Center for Immigration Studies (Centro de Estudios sobre la Inmigración), un grupo de expertos que apoya políticas migratorias restrictivas.
No debimos haber dejado que se nos fuera de las manos como lo hicimos, enunció Krikorian sobre las políticas migratorias del gobierno anterior. Algunos negocios tendrán dificultades. Algunas comunidades enfrentarán dificultades.
Las redadas de los agentes federales comenzaron a profundizar en la vida cotidiana de Rio Grande Valley en junio, justo cuando los 1,4 millones de habitantes de la zona comenzaban su ritual veraniego de soportar el calor sofocante.
Esta zona de clase trabajadora de Texas apoyó firmemente a Trump en las elecciones de 2024, a pesar de las promesas de campaña de implementar sin piedad deportaciones masivas. Las personas de aquí, que antes viajaban regularmente de Estados Unidos a México para visitar a sus familiares o recibir atención dental económica, dicen que no se percataron de que su campaña de deportación se centraría en sus vecinos.
Pero en las últimas semanas, empleados de restaurantes han sido escoltados a mitad de turno y los agricultores han perdido repentinamente a sus trabajadores agrícolas. Los niños en edad escolar hablan abiertamente de amigos que perdieron a un padre en las redadas. Más de una docena fueron arrestados el mes pasado en mercados de segunda mano del lugar, según informes de prensa locales y funcionarios de la Patrulla Fronteriza.
Los inmigrantes permanecen encerrados en sus casas móviles y casas rústicas que conforman las colonias —barrios sin zonificación que a veces no tienen acceso a agua corriente ni electricidad—, dice Sandra de la Cruz-Yarrison, quien dirige la clínica Holy Family Services, Inc. en Weslaco, Texas.
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