Se crea debate sobre el rol del Infonavit: ¿Constructor de sueños o financiador de realidades?

La reciente propuesta de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, que busca que el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) construya un millón de viviendas durante el próximo sexenio, ha desatado un intenso debate en el sector inmobiliario de México. Esta iniciativa, presentada por Edna Vega Rangel, próxima titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), pretende reducir el déficit habitacional que afecta a millones de mexicanos, pero ha generado opiniones encontradas entre los actores clave de la industria.

Según datos de ONU-Hábitat y el MIT, México enfrenta un déficit habitacional que afecta a 20 millones de hogares. De estos, 11 millones están en viviendas de interés social, mientras que 8 millones habitan en condiciones deplorables. El estudio sugiere la necesidad de construir al menos 800,000 unidades al año para abordar este problema. Sin embargo, el déficit actual refleja una desconexión entre las políticas públicas y las dinámicas del mercado.

Históricamente, el Infonavit fue creado para construir viviendas, pero con el tiempo su rol cambió hacia el financiamiento, al reconocer que el sector privado podría hacerlo de manera más eficiente. Este enfoque permitió un auge en los créditos hipotecarios, pero no ha sido suficiente para resolver el déficit habitacional. Aunque el financiamiento ha ayudado a millones de personas, la demanda supera con creces la capacidad de los créditos disponibles.

La nueva propuesta de Sheinbaum sugiere que el Infonavit retome la construcción de viviendas, en colaboración con esquemas de renta social y cooperación entre el gobierno y el sector privado. No obstante, algunos expertos como Juan David Vargas, editorialista de EL Economista, y entidades financieras como BBVA critican esta idea. Argumentan que no existen fallas en el mercado que justifiquen la intervención directa del Infonavit en la construcción, advirtiendo sobre los riesgos de politización y señalando que el sector privado ha demostrado ser más eficiente en este ámbito.

Por otro lado, organizaciones como la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi) y desarrolladores como Vinte han mostrado disposición para colaborar en esquemas público-privados. Estos actores sugieren que, con el apoyo adecuado, se podría alcanzar la meta de construir un millón de viviendas de interés social, maximizando el impacto con recursos combinados y experiencia compartida.

La solución al déficit habitacional de México requiere un enfoque integral, que combine el financiamiento y coordinación del Infonavit con la eficiencia del sector privado. Para lograrlo, se necesita facilitar el acceso a recursos, tierras y permisos de construcción, además de simplificar regulaciones y moderar los precios de insumos. También se deben fomentar asociaciones estratégicas y mejorar los esquemas de financiamiento.

Si bien la propuesta de Sheinbaum podría representar una oportunidad para innovar en las políticas habitacionales del país, es crucial que se mantenga un equilibrio entre la capacidad de financiamiento del Infonavit y la experiencia del sector privado en la construcción. Así, el gobierno debe actuar como facilitador y regulador, asegurando que el proceso sea eficiente y esté libre de influencias políticas, permitiendo que el Infonavit se enfoque en sus fortalezas y que los desarrolladores privados ofrezcan soluciones rápidas y efectivas.

La pregunta sigue en el aire: ¿debería el Infonavit volver a ser un constructor o mantenerse como un financiador? La especialización en financiamiento, junto con la colaboración público-privada, podría ser la clave para enfrentar el desafío habitacional de México.